En una zona de marcada tradición ganadera, esta explotación de ovino extensivo gestiona 680 ovejas en dos lotes, repartidas en una superficie de 3.000 hectáreas compuesta por pastos comunales y parcelas agrícolas privadas. El rebaño, de raza mixta adaptada al terreno y al clima, sale a pastorear a diario —por páramos, rastrojeras, barbechos y monte— salvo durante los 15-20 días posteriores a la parición, cuando las madres permanecen con sus crías.
El manejo se basa en un pastoreo rotacional, con desplazamientos diarios del ganado para aprovechar los recursos naturales sin agotar el terreno. Por la noche, las ovejas se recogen en una nave o se protegen mediante cercados eléctricos móviles, lo que facilita una gestión ágil y respetuosa del entorno.
La alimentación se sustenta principalmente en los recursos del campo, y solo se recurre a suplementos (cereales y paja, parte de ellos de producción propia) en épocas de necesidad o durante las parideras, representando en torno al 20% de la dieta anual.
Los corderos se venden para cebo o directamente a matadero, sin pasar por procesos intensivos de engorde. Aunque la ganadería no está certificada en ecológico, aplica prácticas tradicionales sostenibles que favorecen el equilibrio del ecosistema.
Además de su papel productivo, esta ganadería contribuye activamente al mantenimiento del paisaje y de especies vulnerables como la alondra ricotí, ligada a los hábitats abiertos que el pastoreo contribuye a conservar. También genera empleo local, contratando pastores y dinamizando una actividad que ha estado siempre ligada a la identidad y supervivencia de este territorio.