Pastores del Alto Palancia: ovino y caprino que sostienen el paisaje mediterráneo
En Alcublas, municipio en la provincia de Valencia, la ganadería familiar de Rocío Sahuquillo López, José Miguel Garrido e hijos mantiene viva una actividad ganadera extensiva de gran escala y fuerte arraigo territorial. Con aproximadamente 1.000 ovejas (principales razas: guirra y segureña), 98 cabras celtibéricas cruzadas, además de un burro y un caballo, su rebaño pasta cada día en un enorme bloque de pastos públicos —unas 20.000 ha de influencia, con entre 10.000 y 15.000 ha útiles para pastoreo—, lo que convierte a esta explotación en un agente clave del paisaje local.
Las razas que manejan son raza y herramienta: la guirra, en peligro de extinción, y la segureña están seleccionadas por su rusticidad y capacidad para rendir en matorrales mediterráneos duros (aliagas, coscojas, lentiscos, zarzas…). Buscan ejemplares pequeños y recios que mantengan productividad aun en años secos; la selección genética se hace con ese criterio de conservación y resiliencia.
El manejo es extensivo y dirigido: el rebaño sale a pastar diariamente unas 8 horas, con pastoreo planificado en función de disponibilidad y objetivos de gestión. Participan en programas de control de la vegetación, prevención de incendios y mantenimiento de cortafuegos; se promueven proyectos de redileo, aunque los permisos administrativos complican a veces su desarrollo. Cuando las condiciones obligan (enfermedad o partos), las madres se estabulan temporalmente; en paridera se emplean subproductos agrícolas y paja, aunque en años con buenas lluvias pueden no suplementar nada.
Tienen dos vías comerciales: la venta directa a través del grupo de consumo local “Alto Palancia”, que permite relaciones más próximas entre productor y consumidor, y la venta a cebadero para asegurar la viabilidad económica. Los corderos que van a cebadero suelen permanecer con la madre y con suplemento de pienso hasta los 60 días; los destinados a venta directa salen con el resto del rebaño según demanda. La explotación realiza prácticas higiénicas rigurosas (limpieza de corrales, calado), desparasitaciones dirigidas, vacunaciones reglamentarias (entre ellas lengua azul) y tratamientos focalizados para problemas como la basquilla.
Es una explotación no certificada en ecológico, gestionada como empresa familiar con 3 empleados fijos. Además están integrados en iniciativas colectivas como A paso lento (Som Alimentació), y muestran una vocación clara por apoyar a nuevos pastores: la venta directa y la visibilidad que generan buscan atraer relevo y permitir explotaciones más pequeñas y viables.
La ganadería de Rocío y José Miguel no solo produce carne: sostiene empleo local, conserva razas autóctonas, realiza labores activas de gestión del monte y contribuye a reducir el riesgo de incendios. Para el consumidor, su producto lleva detrás la historia de una familia que cuida el territorio y apuesta por un pastoreo que alimenta pueblos, paisaje y biodiversidad.