Tradición familiar y ganadería de montaña en el corazón de la Montaña Palentina
En San Salvador de Cantamuda (Palencia), a más de 1.100 metros de altitud y bajo inviernos largos y severos, la Ganadería San Abelardo representa la constancia de las familias que mantienen viva la ganadería de montaña. Mariano San Abelardo Rodríguez y su hijo Alejandro trabajan juntos al frente de una explotación que combina tradición, adaptación al medio y compromiso con la calidad, criando unas 60 vacas pardas de montaña y un toro Black Angus bajo la Marca de Garantía Carne de Cervera de Pisuerga y de la Montaña Palentina.
El entorno en el que desarrollan su actividad marca profundamente su manejo. En esta zona de clima extremo, donde las nevadas pueden aislar durante semanas y las temperaturas descienden con frecuencia por debajo de los cero grados, mantener una ganadería extensiva es un desafío diario. Aun así, la familia San Abelardo ha logrado un sistema equilibrado entre bienestar animal, aprovechamiento de los recursos locales y sostenibilidad del paisaje.
Durante los meses fríos —de diciembre a marzo—, las vacas permanecen en una nave de 1.000 m², donde duermen resguardadas, con espacio suficiente para el movimiento y acceso directo a una finca de más de una hectárea que linda con el río Pisuerga, del que beben libremente. Aun en pleno invierno, los animales salen cada día al exterior varias horas, aprovechando la luz y el aire puro de la montaña. En este periodo, se les alimenta con hierba y vezas producidas en la propia explotación, además de un apoyo de pienso natural elaborado con trigo, cebada, maíz, centeno, soja y colza, formulado para mantener su condición corporal sin forzar los ritmos naturales de crecimiento.
Cuando la nieve se retira, a partir de abril, el rebaño sube a los montes comunales de la zona —Monte Dehesa, Puerto Pineda-Pomar y Matarroyal—, un espacio de más de 800 hectáreas de robledales, pastizales y matorral atlántico, donde pastan día y noche hasta noviembre. Allí practican un pastoreo rotacional con cercas fijas y pastor eléctrico, adaptando los movimientos del ganado al estado de los pastos para evitar el sobrepastoreo y favorecer la regeneración natural del monte.
La raza Parda de Montaña, elegida por su nobleza, rusticidad y capacidad lechera, se adapta perfectamente a las condiciones duras del territorio. Las vacas alimentan a sus terneros con abundante leche, garantizando una carne de gran calidad. Los machos se venden al destete, mientras que las hembras se ceban en la propia explotación durante unos siete meses, alcanzando un óptimo desarrollo para su comercialización bajo el sello de calidad local.
La gestión sanitaria es mínima y racional: se vacuna una vez al año contra el carbunco y solo se desparasita cuando es estrictamente necesario, respetando al máximo los ciclos naturales y evitando tratamientos innecesarios.
Sin estar certificada en ecológico, la Ganadería San Abelardo se rige por un manejo responsable, extensivo y ajustado al medio natural, siendo un ejemplo de cómo la ganadería tradicional de montaña puede seguir siendo viable, generando empleo rural estable y contribuyendo al mantenimiento del paisaje y la biodiversidad en una de las zonas más exigentes de la España interior.
En palabras de su joven ganadero, Alejandro, continuar con la ganadería en la Montaña Palentina “es una forma de vida y una responsabilidad con lo que nos rodea”. Su labor y la de su familia son testimonio de que, incluso en los entornos más duros, la ganadería extensiva sigue siendo una pieza clave del territorio.