
La ganadería de Javier Madrid es mucho más que una explotación de ovino y caprino: es un motor de vida para el medio rural y un claro ejemplo de cómo la ganadería extensiva familiar es clave para conservar el territorio, los ecosistemas y los pueblos.
Ubicada en Tartanedo (Guadalajara), su explotación cuenta con 2.000 ovejas y 30 cabras, distribuidas en lotes de pastoreo durante todo el año, aprovechando principalmente pastos comunales. Javier utiliza vallados portátiles y dispone de una nave ganadera, lo que permite una gestión adaptada a las necesidades de los animales y del terreno. Su enfoque es plenamente extensivo: las ovejas apenas se estabulan, y sólo se recogen cuando las condiciones climáticas son muy adversas.
Javier ha seleccionado razas resistentes que se adaptan perfectamente al frío y al calor de la zona, permitiéndole mantener un sistema de pastoreo rotacional y dirigido, con el que garantiza el descanso y regeneración del pasto.
Pero la ganadería de Javier no solo produce carne. A través de su trabajo diario, está contribuyendo activamente a la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad. Es un pastor comprometido con su tierra, implicado en proyectos de conservación como el de aves necrófagas, y pastorea zonas de altísimo valor ecológico, entre ellas hábitats de aves esteparias tan amenazadas como la alondra ricotí. Allí donde sus ovejas pastan, el terreno está limpio, sano y equilibrado. Como él mismo dice:
«El pastoreo es imprescindible para mantener nuestro ecosistema. Solo hay que ver donde han estado las ovejas para ver cómo se cuida la tierra sin fuego y sin máquinas.»
La alimentación de los animales se suplementa con el aporte de una parte de pienso y paja, en gran parte de producción propia, y los corderos se ceban en la misma explotación, o se venden como lechales dependiendo del momento y del precio de mercado.
Aunque no está certificada como ecológica, la ganadería de Javier sigue principios de sostenibilidad, manejando el ganado con métodos tradicionales y un profundo respeto por el territorio.
La venta de los animales no es el único aporte de valor: esta ganadería genera empleo estable y servicios dignos para los trabajadores, que viven en el pueblo con sus familias. De hecho, gracias a familias como la de Javier y Julia Román (su mujer) y el trabajo que generan en el municipio, el pueblo ha crecido de 16 a más de 50 habitantes, manteniendo abierto la consulta médica y el bar. Hoy, en Tartanedo, se escuchan de nuevo niños correr por las calles.
Javier no solo trabaja con el ganado. Participa en proyectos comunitarios y ha sido clave en la recuperación de la feria ganadera local, un evento de encuentro, tradición y economía rural. Su compromiso con el campo es absoluto, como lo demuestra en su día a día, donde las ovejas no son solo su sustento, sino su forma de vida.
«Nuestros corderos salen de animales que pastan todos los días en el campo. A día de hoy eso es un lujo que nadie aprecia, sin contar con el esfuerzo que eso conlleva.»
Su historia familiar, junto a la de su mujer Julia y su hijo David, también con ganaderías certificados en este Mapa, constituyen un testimonio real y valioso de cómo la ganadería extensiva y familiar es una herramienta imprescindible para frenar la despoblación, crear empleo, conservar la naturaleza y mantener viva la cultura rural.